Sin embargo, todas las madres saben que también un niño pequeño puede ser altruista y mostrar auténtica preocupación por sus semejantes. Maya Pines* escribe: Un chico de dos años tira su pelota y, sin querer, da a una niña en la cabeza. “He hecho daño a tu pelo”, dice y acaricia a la niña. Otro pequeño, una niña de sólo 18 meses, ve que su abuela se ha dormido en el sofá. Espontáneamente saca su propia manta de la cuna para tapar a la abuela.
Mi propio hijo, Gregor, tenía durante bastante tiempo la costumbre de consolar a cualquier afligido con un vaso de leche. Si veía llorar a uno de sus hermanos o si los padres nos mostrábamos abatidos o tristes, corría a la nevera, llenaba un vaso de leche (que a él le gustaba mucho) y lo ofrecía diciendo: Toma, bebe.